Que la luz pascual nos proporcione esperanza para vivir

II Domingo de Pascua 

Hoy es el 2º domingo de Pascua. La 1ª lectura nos dice que «los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucha valentía». Esa era la nueva existencia que se manifestaba en los discípulos entonces y se debe manifestar también hoy.

          El Evangelio refiere dos apariciones del Señor: la comunidad experimenta el encuentro con el Señor; ocho días después, vuelve a hacerse presente el Señor. También cada ocho días, los domingos cristianos reproducen este encuentro. No es tanto el día que le dedicamos al Señor, sino el que El nos dedica a nosotros, mostrándonos su cercanía, aunque a veces, como a Tomás no nos resulte fácil creer.

          Porque evidentemente creer no siempre es fácil. Creer exige algo más hondo; reclama una experiencia que nos descubra posibilidades nuevas. Muchas veces la fe apunta a una manera de vivir que, con toda certeza, va a trastornar bastante nuestros acomodos. Algo importante debe ocurrir en cada uno de nosotros.

          Esto es lo que vamos a pedir en silencio al Señor, al comienzo de la Eucaristía: que la experiencia de cada domingo llene de luz pascual todos nuestros espacios y nos proporcione esperanza para vivir todos los días de la semana.

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